En el otoño de 2006, los observadores en el Catalina Sky Survey en Arizona encontraron un objeto orbitando la Tierra. Pero una inspección más cercana reveló que el objeto era un cuerpo natural. Llamado 2006 RH120, era un pequeño asteroide que medía solo unos metros de ancho, pero aún así calificaba como un satélite natural al igual que la Luna. Para junio de 2007, se había ido. Menos de un año después de su llegada, abandonó la órbita de la Tierra en busca de un nuevo compañero cósmico.
Ahora, los astrofísicos de Cornell sugieren que 2006 RH120 no era una anomalía; Una segunda luna temporal es en realidad la norma para nuestro planeta.
Los satélites temporales son el resultado de la atracción gravitacional de la Tierra y la Luna. Ambos cuerpos se tiran el uno al otro y también tiran de cualquier otra cosa en el espacio cercano. Los objetos más comunes que son atraídos por la gravedad del sistema Tierra-Luna son los objetos cercanos a la Tierra (NEO): los planetas exteriores empujan a los cometas y asteroides y terminan en órbitas que los llevan al vecindario de la Tierra.
El equipo de Cornell, los astrofísicos Mikael Granvik, Jeremie Vaubaillon, Robert Jedicke, ha modelado la forma en que nuestro sistema Tierra-Luna captura a estos NEO para comprender con qué frecuencia tenemos lunas adicionales y cuánto tiempo se quedan.
Descubrieron que el sistema Tierra-Luna captura los NEO con bastante frecuencia. "En cualquier momento dado, debe haber al menos un satélite natural de la Tierra de 1 metro de diámetro en órbita alrededor de la Tierra", dijo el equipo. Estos NEO orbitan la Tierra durante unos diez meses, tiempo suficiente para hacer unas tres órbitas, antes de partir.
Afortunadamente, y muy interesante, este descubrimiento tiene implicaciones mucho más allá de las aplicaciones académicas.
Sabiendo que estos pequeños satélites van y vienen, pero que uno siempre está presente alrededor de la Tierra, los astrónomos pueden trabajar para detectarlos. Con información más completa sobre estos cuerpos, específicamente su posición alrededor de la Tierra en un momento dado, la NASA podría enviar una tripulación para investigar. Una tripulación no podría aterrizar en algo de unos pocos metros de ancho, pero ciertamente podrían estudiarlo de cerca y recolectar muestras.
Las propuestas para una misión tripulada a un asteroide han estado flotando alrededor de la NASA durante años. Ahora, los astronautas no tendrán que ir a un asteroide para conocer la historia temprana del Sistema Solar. La NASA puede esperar a que nos llegue un asteroide.
Si el equipo de Cornell tiene razón y no hay escasez de segundos satélites alrededor de la Tierra, las ganancias de tales misiones aumentan. La posible información sobre la formación del sistema solar que podríamos obtener sería asombrosa y asombrosamente rentable.
Fuente: La Tierra debe tener otra luna, dicen los astrónomos